TU FLORECES

por Sozan

"Cuando siembras una semilla de amor, eres tú quien florece."

Ma Jaya Sati Bhagavati (1940-2012) maestra espiritual estadounidense

Existen ciertas ideas o nociones que los textos filosóficos y religiosos, los maestros espirituales de diferentes denominaciones, o simplemente (¿o lamentablemente?) las frases en las redes sociales nos repiten una y otra vez… y sin embargo por alguna razón no siempre se mantienen presentes en nuestra conciencia. Las sabemos, creemos que las comprendemos, pero no se integran del todo a tu ser consciente que opera en el día a día. Una de ellas es la ley de causa y efecto.

El Budismo nos dice que «Según la semilla plantada, así es la fruta recolectada. Quien hace el bien recoge el bien, quien hace el mal, el mal recoge». La Biblia, en Gálatas 6:7 asevera «No se engañen. Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará». Del Hermetismo aprendemos que “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la ley», y de Newton “Toda acción, recibe una reacción opuesta y de igual magnitud”

«Cuando siembras una semilla de amor, eres tú quien florece». Que bella manera de expresar algo tan simple: recibes lo que das. La ley de causa y efecto se presenta vigente tanto en la ciencia como en las interacciones humanas. Sin embargo, más allá de esta ley, una verdadera «semilla de amor» se siembra de manera desinteresada (si no, no es una verdadera semilla de amor). El resultado de esta horticultura del corazón es el «florecer» propio, ya que realmente no hay una separación o diferencia entre el que da y quien es el receptor del amor. Lo mismo ocurre con quien ofrece un acto de compasión o generosidad: se da, y al dar se recibe.

Cuando se da desinteresadamente, se recibe. Cuando se recibe, también se da. Lamentablemente en general estamos acostumbrados a relacionarnos de manera un tanto transaccional: yo te doy si tú me das. Sin embargo, la frase de Ma Jaya Sati nos invita a una profunda reflexión sobre la posibilidad de dar sin esperar nada a cambio, y sin embargo, recibir con creces. Los límites se desdibujan y no se sabe ya si está dando o se está recibiendo, o quizá dando y recibiendo a la vez. Es posible entonces ver las cosas de otra manera… dar, nutrir, entregar a otros para sorprendernos con el resultado de que al hacerlo, es uno mismo quien recibe y se alimenta… y florece.

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