"El secreto para salir adelante es simplemente empezar."
Mark Twain (1835-1910) escritor, orador y humorista estadounidense.
No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Pablo Picasso, de manera más elocuente y dramática dijo “Deja para mañana solo aquello que estás dispuesto a dejar sin hacer si murieras”.
Uno de los impedimentos más importantes para vivir una vida con sentido y en armonía es el de la inactividad, cuando lo que nos lleva a ello es la pereza, presos del “ahora no”. Nos vemos atrapados en este obstáculo de la pereza y la procrastinación cuando perdemos el interés y la motivación en hacer un esfuerzo positivo y en hacer lo que sabemos debería ser hecho. La pereza es una elección consciente de dejar de esforzarse y, en su lugar, complacernos en lo que es fácil, seguro o cómodo. Este obstáculo se ve reflejado en las decisiones que tomamos en cada momento, conscientes de qué es lo mejor o lo más indicado que deberíamos realizar… y luego decidiendo no hacerlo o posponerlo.
La pereza nos detiene. Sabemos que dedicar tiempo a la meditación, a la lectura o al ejercicio es bueno para nosotros, y sin embargo permitimos que las actividades frívolas se expandan y ocupen nuestro tiempo disponible. Dicho esto, es importante comprender que no me estoy refiriendo aquí al ocio como algo negativo, o diciendo que no deberían darse actividades “livianas” en nuestra vida. Existe un momento para todo, y el punto es justamente ese, cuando, existiendo un momento para todo, en este momento decidimos no atender a lo que debería ser atendido, hacer lo que debería ser hecho.
La pereza y la procrastinación tienen también un componente importante de retroalimentación, lo que hace a este obstáculo un estado del que se hace más difícil salir en medida que se vuelve más presente en nuestra vida. Dejar de procrastinar nos da pereza, y la capacidad de ación se hace cada vez más lejana y no llega hasta pasados unos días, unas semanas o un mes. A veces, ni siquiera llega. La pereza posiblemente sea entonces una de las principales maneras en que perdemos las mejores oportunidades en nuestra vida, dejando las cosas para un mañana que nunca llega, o que llega demasiado tarde.
Como ocurre con muchos de estos obstáculos, sabemos que existe. Sabemos que la pereza nos es un impedimento y sin embargo, nos volvemos a tropezar una y otra vez con la misma piedra. Y es cierto: no hay tiempo que perder. Sin embargo, como con todas estas condiciones en nuestro camino como seres humanos, de poco sirve la autocrítica y el enojo con uno mismo cuando nos vemos detenidos en la pausa de la pereza y el letargo. Esta actitud de juicio en general sólo nos lleva a mayor inacción, a no dar el primer paso. Recomiendo entonces volver la mirada a lo esencial, con la verdadera intención de nuestra transformación hacia una vida con sentido, conectada con aquello que nos revitaliza… y volver a tomar contacto con lo que nos hace sentir inspirados a hacer, a continuar… ahora.
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