"En la urgencia en que vivimos hoy, pensamos demasiado, deseamos demasiado, buscamos demasiado, y olvidamos la alegría del simplemente ser."
Richard Bach (1936-) escritor estadounidense
Quizá podamos definir «demasiado» como lo contrario a «lo justo y necesario». No hay nada de malo en pensar, desear y buscar… pero ¿qué ocurre cuando pensamos, deseamos o buscamos de más? En el exceso, algo se pierde. En ese » de más», se produce un «menos».
Si lo llenamos demasiado, rebalsa.
Si lo doblamos demasiado, se rompe.
Si lo pulimos demasiado, se gasta.
Pensar, desear y buscar de más no sólo es una cuestión de ineficiente uso del tiempo o esfuerzo. Es cierto que, por ejemplo, el «pensar demasiado» ocupa nuestra mente en algo que podríamos dedicar a otra cosa más productiva. Sin embargo, son las consecuencias de este exceso las que son más preocupantes. Si llenas demasiado tu cuenco de té y rebalsa, el principal problema no es tan sólo el mal uso del espacio del cuenco, sino el té que ahora mancha el mantel de la mesa y moja la madera del suelo.
Uno de los efectos de pensar demasiado es el de agregar desde la mente más y más capas de ideas, opiniones y posturas que deforman la realidad de aquello que estamos pensando. Algo simple se transforma en pesado y rebuscado.
Desear demasiado nos envuelve en una constante sensación de escasez, de insatisfacción. Nada es suficiente, porque deseas más. Cuando logras conseguir el objeto de tu deseo, otro aparece… o se incrementa el existente. Todo es un sinfín de buscar y obtener, que se alimenta a sí mismo.
«El que busca, encuentra» dice el refrán. El que «busca demasiado» en general, no encuentra demasiado, sino que hace de la búsqueda en sí el objeto de su atención. «Buscar» se transforma en lo importante, se encuentre o no lo que se está buscando. En muchas ocasiones veo esto claramente en acción en referencia a la búsqueda de un camino espiritual… personas que se encuentran en una permanente investigación sobre diferentes líneas, maestros, técnicas y filosofías que pareciera ser importante no tanto por los resultados de dicha búsqueda sino por la investigación en sí misma. Una permanente búsqueda, sin involucrarse demasiado en aquello que van descubriendo. De alguna manera, este es un lugar seguro… en tanto siga buscando, puedo sentirme «espiritual» sin necesidad de realmente comprometerse con un camino de transformación que de hecho exigirá tiempo y esfuerzo. Buscar es importante y está bien, no todo funciona para todos. Pero que la búsqueda sea un acto de sincera curiosidad, sin buscar por buscar. Sin buscar demasiado.
La alegría del simplemente ser, proviene del «ser» sin demasiados agregados y fantasías. Soltar, entonces, aquello que asimos con fuerza, producto del enojo, la codicia y la ignorancia. Dejar ir, todo a su tiempo, sin necesidad de expulsar. Vivir livianos, lo que no significa necesariamente vivir con menos, sino vivir con aquello que es realmente necesario.
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