¿Medio o Medio?

por Sozan

"Nos podemos quejar porque los rosales tienen espinas o alegrarnos porque los espinos tienen rosas."

Abraham Lincoln (1809-1865) presidente estadounidense.

Cuando hablamos de optimismo o pesimismo muchas veces nos referimos a si notamos el vaso medio lleno o medio vacío. Por supuesto, el vaso está medio lleno y medio vacío a la misma vez, pero el espacio sobre el que dirigimos la atención nos convierte, para la sabiduría popular, en optimistas o pesimistas.

Esto es cierto para muchas otras dualidades en nuestra vida. Cuando hablamos de bueno o malo, o cierto o falso, también ponemos el foco de la atención sobre uno de los polos de esta dualidad. Cuando vemos el vaso medio vacío, dejamos de ver su parte llena. Cuando ponemos el foco de atención sobre lo malo en algo, también perdemos la capacidad de ver cualquier esbozo de algo bueno.

Allí donde ponemos la atención consciente, las cosas se magnifican hasta usualmente tomar todo el espacio disponible. Perdemos el “Y” y pasamos al “O”. Esta transición que nos polariza en cualquier dualidad nos aleja de la capacidad de ver lo que también se encuentra allí. El vaso está medio lleno. Punto. Esto es verdad. Punto. Ojalá el mundo fuese tan claro y segmentado, pero no lo es. El vaso está medio lleno y medio vacío, como muchas otras cosas en tu vida. El tema es que según nuestros condicionamientos, mandatos, educación o valores elegimos ver la parte que nos llama la atención, la que nos convoca según quienes somos en ese momento.

Dar un paso hacia atrás y observar con mayor amplitud quizá nos permita ver que no todo es blanco y negro y maravillarnos en el infinito caudal de grises cuando podemos incluir ambos lados de la dualidad, cuando podemos pensar en el entorno de “y” en lugar de los límites de “o”.

Una de las cosas más interesantes que ocurre cuando integramos las dualidades es la manera en que comenzamos a ver cómo un lado informa al otro. Cómo el medio vaso informa a la otra mitad. Para poder estar lleno de algo, el vacío tiene que también existir. Cuando podemos dejar de ver las cosas solo como buenas o malas, ciertas o falsas, permitimos el espacio y el balance de lo que no es tan absoluto y comprendemos que no hay malo sin bueno ni falso sin cierto. No hay luz sin sombra, ni sombra sin luz.

Cuando podemos ver el vaso lleno y vacío a la vez, ya no somos ni optimistas ni pesimistas, quizá diría que somos realistas: podemos ver la realidad de los opuestos que conviven y se complementan uno con otro.

Mi abuelo decía “ni muy muy, ni tan tan”. Algo sabía el abuelo…

Sozan

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