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UNA ORUGA

por Sozan 16/01/2023
escrito por Sozan

"Lo que para la oruga es el final del mundo, para el maestro es una mariposa."

Richard Bach (1936-) escritor estadounidense

Si estás leyendo este texto es muy probable que en tu vida haya un anhelo de «mariposidad» o «maripositud». Como en la oruga, probablemente viva en ti un interés, un llamado o una convicción hacia la transformación personal, una búsqueda hacia el mejoramiento como ser humano, sea lo que sea que aquello signifique en este momento de tu vida para ti.

Una cosa que siempre me pareció llamativa con respecto a la historia de la oruga es el hecho de que no elige ser o no ser mariposa. Llega el momento en que comienza el proceso de transformación, y allí empieza a construir su capullo. La oruga no puede decidir «lo de ser mariposa no es lo mío. Yo voy a envejecer como oruga, y morir como oruga». La transformación de oruga a mariposa ocurre, esté de acuerdo o no. Quizá a veces, se engañe a sí misma y diga «no quiero transformarme. Lo mejor que puedo hacer es encerrarme en un capullo y aislarme del mundo»… y puf!… mariposa.

Pienso que como la oruga, los humanos en realidad vivimos una situación similar. No podemos evitar ser transformados por la vida, aunque nos encerremos en un capullo de desinterés, ignorancia y desconexión. Nuestros padres nos transforman, la escuela nos transforma, los estudios, la sociedad, la economía, nuestras experiencias… todo nos transforma. En pocas palabras, la vida nos transforma.

Sin embargo, hay una gran diferencia con respecto a la oruga. Mientras con paciencia construye su capullo, no tiene la posibilidad de decidir «yo me voy a transformar en saltamontes». Su única posibilidad, es mariposa.

Un mismo evento, experiencia, práctica o situación en la vida pueden derivar en una transformación completamente diferente para cada persona. Aquello que ocurre no es más que un disparador al cambio, pero no es el cambio en sí mismo. Sin embargo, lo que haces, la forma en que vives e integras lo que te ocurre… Eso es lo que define tu proceso de transformación, y este proceso es diferente para cada ser humano.

Cuanto más cultivas tu interior, tu capacidad de aceptación, de generosidad contigo y con los demás, de ecuanimidad, paciencia y sabiduría; cuanto más profunda sea tu comprensión de que no hay una real separación entre tú y el resto de las cosas que te rodean, todo ello será una nueva posibilidad de transitar el camino hacia la «mariposidad». De transformarte en beneficio propio y de los demás.

Transformarnos nos ocurre, lo queramos o no. Podemos dejarnos llevar por los vaivenes de la vida, o decidir ser partícipes directos (no sin esfuerzo) de nuestro cambio. Para ello hay que ser intencionales en cultivar nuestro interior, hacer silencio, reflexionar, profundizar en la práctica y conectar con otros en la misma búsqueda. Conectar con el proceso de transformación.

Y para lo que la oruga es el fin del mundo, para ti será una mariposa.

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VIENTOS DE CAMBIO

por Sozan 16/01/2023
escrito por Sozan

"Cambia de opinión, mantén tus principios; cambia tus hojas, mantén intactas tus raíces."

Victor Hugo (1802-1885) Novelista francés

Las cosas cambian, y los vientos de las circunstancias soplan sobre la humanidad en un flujo interminable que toca cada una de nuestras vidas. Una cosa es crear el cambio, ser agentes de la transformación. Otra cosa es que el cambio se nos imponga lo queramos o no, estemos preparados o no, nos guste o no.

Todos experimentamos los vientos de cambio. Sin embargo, algunas personas logran llegar de todas maneras al puerto previsto, o a un puerto que sea de beneficio. El viento es el mismo, pero lo que nos guía hacia las diferentes orillas en la vida está determinado por la forma en que hemos elegido fijar u orientar nuestras velas.

Circunstancias que nos sorprenden, eventos inesperados y cambios imprevistos son cosas que nos ocurren a todos, todo el tiempo. Este movimiento puede llevarnos a decepciones y desafíos. O a grandes oportunidades. Son momentos en los que, a pesar de nuestros mejores planes y esfuerzos, las cosas parecen tener vida propia (la tienen) y nos llevan hacia la necesidad de aceptar, de reestructurar, de cambiar junto al cambio. Caemos en cuenta que no estamos tan en control como creemos, y que lo que mejor podemos hacer es crear las condiciones más propicias posibles para que las cosas sucedan, quizá, de cierta manera. Orientar las velas de manera que podamos fluir con el cambio en lugar de en su contra.

Cuando somos nosotros quienes creamos el cambio, solemos estar preparados y orientados hacia lo que buscamos modificar. Sin embargo, cuando el cambio nos sorprende, la capacidad de observar con claridad y aceptación en lugar de evitar o negar el cambio es lo que nos permite responder en lugar de reaccionar, de fijar las velas en nuestra vida de manera que su orientación siga siendo hacia el puerto de nuestros valores, de aquello que es importante para nosotros. No importa de qué punto cardinal sopla el viento o su intensidad, el puerto sigue siendo el mismo, y la posibilidad de navegar hacia ese destino se mantiene posible. Todo depende de cómo orientamos las velas.

Sin importar su dirección, el cambio nos cambia. En definitiva, lo que determina el estado de nuestra vida no es tanto lo que ocurre, sino lo que elegimos hacer, la manera en que respondemos cuando descubrimos que el viento ha cambiado de dirección.

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EN CASO DE EMERGENCIA

por Sozan 16/01/2023
escrito por Sozan

"Nuestro primer y último amor es el amor propio."

Christian Nestell (1820-1904) escritor estadounidense

Las puertas del avión se han cerrado, y estamos listos para partir. Por favor, presten atención mientras efectuamos una demostración sobre el uso del cinturón de seguridad, chaleco salvavidas, máscaras de oxígeno y localización de las salidas de emergencia.

Si alguna vez has viajado en avión, seguramente escuchaste estas palabras. Dentro del contexto de esta explicación, hay algo que siempre es parte del mensaje: «En caso de emergencia, los pasajeros que viajan con niños deben colocarse primero su máscara de oxígeno y luego colocarla a los niños». Ponerse la máscara primero, más allá de cualquier instinto de protección hacia un menor.

En ocasiones he hablado sobre la generosidad, la paciencia, la compasión, y muchas otras virtudes y «maneras del ser» cuya exploración e incorporación a nuestra vida es fundamental en el camino hacia un mundo más humano, en paz y unidad. Sin embargo, hay una cosa sobre la que quiero ser muy claro: Como en el avión, primero te debes poner la máscara tú antes de ayudar a los demás.

Esto no es lo mismo que el egoísmo o el desinterés. Como en el avión, el peligro de no ponerse la máscara primero es el de que en un intento de «salvar al otro antes que a mí mismo» ocurra el resultado contrario donde ninguno reciba el oxígeno a tiempo. De la misma manera, la generosidad, paciencia, compasión y tolerancia hacia uno mismo debe fomentarse y cultivarse de manera de estar en condiciones de servir a los demás.

En ocasiones el «foco hacia afuera», la actitud de ponernos en segundo plano, es en realidad una manera de no enfrentar la dificultad que conlleva la exploración personal, el proceso del madurar de la mente, corazón y espíritu. Utilizamos la bandera del altruismo para no tener que ocuparnos de quién debe en realidad ponerse la máscara primero.

No estoy hablando aquí de situaciones particulares en las que damos prioridad a los demás, más allá de nuestras preferencias o necesidades personales. Por supuesto que cada situación es única y debe atenderse de la manera más hábil posible, en ocasiones con gran sacrificio. Me refiero a encontrar el equilibrio, el balance que nos permite cuidarnos para cuidar, atendernos para atender. Estar fuertes de mente, corazón y espíritu para poder ser de ayuda a los demás.

Y en caso de emergencia… respire normalmente.

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HUMILDAD

por Sozan 16/01/2023
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"El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad."

Ernest Hemingway (1899-1961) escritor y periodista estadounidense

Requiere mucha humildad saberse limitado en la capacidad de ser humilde. Porque ser humildes, realmente humildes, es más difícil de lo que nuestro hábil ego nos quiere hacer creer que en realidad es. Porque es fácil quizá comprender la humildad como lo contrario a la arrogancia. Sin embargo, no ser arrogantes no nos hace necesariamente humildes. Nos hace no arrogantes… y la humildad es diferente a la simple ausencia de la arrogancia. 

La verdadera humildad nace de reconocerse como ser humano en todas sus limitaciones e imperfecciones. Es el morar en saber que no lo sabemos todo, que siempre hay una manera diferente para ver las cosas, y que no somos necesariamente mejores que el resto. Surge de aceptar nuestras limitaciones con compasión, y de no creer que nuestros logros nos ponen por encima de los demás, sino a su servicio.

La verdadera humildad te permite ver cuando el ego quiere inflamar tus victorias, o cuando te regocijas en la victoria allí donde hubo privilegio o suerte. La humildad se cimienta en la capacidad de tomar perspectiva, el dar unos pasos hacia atrás y ver la totalidad de lo que ocurre y de tu real influencia sobre el resultado final. Nos permite comprender que todo surge de manera dependiente de otras cosas, y que tus victorias son la sumatoria de causas y condiciones que también exceden tu capacidad y esfuerzo. Que necesitamos del soporte de otros para cada uno de nuestros logros, aunque sea de manera indirecta.

La humildad no es falta de confianza sino la profunda capacidad de confiar. No es timidez, sino que requiere de enorme valentía. No es hacerse pequeño sino saberse grande en un mundo de seres interconectados. No es inacción, sino energía de real transformación. No es menosprecio por uno mismo, sino la capacidad de apreciar el valor de quienes somos y lo que hacemos sin necesidad de comparación o juicio.

La humildad mantiene permanente tu atención y viva tu curiosidad. Porque allí donde creemos que somos mejores, superiores, expertos… Cerramos una valiosa puerta, un acceso que la humildad mantiene abierto para que por allí ingrese la capacidad de seguir mejorando, de seguir aprendiendo, de seguir transformándose en un ser más humano. Porque la enormidad de la vida es un trayecto, no un destino. Ningún logro, ninguna victoria es final.

Observa entonces las maneras en que puedes cultivar tu capacidad de ser más humilde. Y agradece, porque la humildad, como una flor que perfuma nuestra propia humanidad y la de los demás, nace de la tierra fértil de la gratitud.

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TU FLORECES

por Sozan 16/01/2023
escrito por Sozan

"Cuando siembras una semilla de amor, eres tú quien florece."

Ma Jaya Sati Bhagavati (1940-2012) maestra espiritual estadounidense

Existen ciertas ideas o nociones que los textos filosóficos y religiosos, los maestros espirituales de diferentes denominaciones, o simplemente (¿o lamentablemente?) las frases en las redes sociales nos repiten una y otra vez… y sin embargo por alguna razón no siempre se mantienen presentes en nuestra conciencia. Las sabemos, creemos que las comprendemos, pero no se integran del todo a tu ser consciente que opera en el día a día. Una de ellas es la ley de causa y efecto.

El Budismo nos dice que «Según la semilla plantada, así es la fruta recolectada. Quien hace el bien recoge el bien, quien hace el mal, el mal recoge». La Biblia, en Gálatas 6:7 asevera «No se engañen. Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará». Del Hermetismo aprendemos que “Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la ley», y de Newton “Toda acción, recibe una reacción opuesta y de igual magnitud”

«Cuando siembras una semilla de amor, eres tú quien florece». Que bella manera de expresar algo tan simple: recibes lo que das. La ley de causa y efecto se presenta vigente tanto en la ciencia como en las interacciones humanas. Sin embargo, más allá de esta ley, una verdadera «semilla de amor» se siembra de manera desinteresada (si no, no es una verdadera semilla de amor). El resultado de esta horticultura del corazón es el «florecer» propio, ya que realmente no hay una separación o diferencia entre el que da y quien es el receptor del amor. Lo mismo ocurre con quien ofrece un acto de compasión o generosidad: se da, y al dar se recibe.

Cuando se da desinteresadamente, se recibe. Cuando se recibe, también se da. Lamentablemente en general estamos acostumbrados a relacionarnos de manera un tanto transaccional: yo te doy si tú me das. Sin embargo, la frase de Ma Jaya Sati nos invita a una profunda reflexión sobre la posibilidad de dar sin esperar nada a cambio, y sin embargo, recibir con creces. Los límites se desdibujan y no se sabe ya si está dando o se está recibiendo, o quizá dando y recibiendo a la vez. Es posible entonces ver las cosas de otra manera… dar, nutrir, entregar a otros para sorprendernos con el resultado de que al hacerlo, es uno mismo quien recibe y se alimenta… y florece.

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EL GRAN POR QUE

por Sozan 16/01/2023
escrito por Sozan

"El sentido de la vida es encontrar tu don. El propósito de la vida es regalarlo."

Pablo Picasso (1881 - 1973) pintor y escultor español

¿Qué hace que hallemos sentido en la vida? Esta es una pregunta importante, y su respuesta tiene muchas y maravillosas facetas. En el envío anterior vimos que la pertenencia es un importante componente de una vida con sentido, porque nos conecta con nuestro valor como seres humanos por quienes somos y no tanto por lo que podemos o no podemos dar u ofrecer. La pertenencia no es un aspecto transaccional, sino de aceptación.

Otro pilar de una vida con sentido es el del propósito. El propósito se manifiesta en los objetivos fundamentales que motivan tu vida. Dicho de otra manera, es la razón o las razones por las que te levantas por la mañana. El propósito puede guiar tus decisiones, influir en tu comportamiento, dar forma a tus objetivos, determinar tu sentido de dirección y crear un profundo significado en lo que haces.

Cuando hablamos de propósito como un aspecto direccionador en el camino de transformación personal, este importante pilar comienza a manifestarse como algo que percibes que es mayor que tú mismo, como un aspecto que se expande más allá de tu ser. En general se hace presente como la manera en que puedes utilizar tus fortalezas en servir a los demás. Una vida con propósito suele ser vivida de manera altruista, con una clara intención de bien común. Ya sea en relación a la familia, el trabajo, la sociedad o el planeta, cuando existe en ti un sentido de propósito en la vida, cuando se manifiesta, te empuja más allá de tu ego y necesidades personales y te eleva como ser humano. Es probable que no puedas solucionar todos los problemas del mundo, pero sin duda puedes contribuir y marcar una diferencia. Esa sensación de marcar alguna diferencia es, en última instancia y por pequeña que sea, lo que el sentido de propósito te ofrece en relación a tu propia felicidad y realización.

El verdadero propósito consiste entonces en reconocer tus propios dones y aplicarlos para contribuir al mundo, ya sea siendo la mejor versión de madre o hijo que puedas ser, cambiando algo en el mundo a través de tu trabajo, tocando música hermosa, trayendo más alegría a las vidas de quienes te rodean o contribuyendo tu talento, tiempo y tesoro para una causa de bien común. Los objetivos que fomentan un sentido de propósito son los que pueden cambiar potencialmente la vida de otras personas, se encuentren o no cerca de tí, las conozcas o sean para siempre desconocidos.

El sentido del propósito puede no ser siempre individual. Puede también surgir a partir de nuestra conexión con otros. Cuando conectas con un propósito en la vida, es casi seguro que encontrarás a otras personas que lo comparten y que vibran con la misma esperanza de llegar al mismo destino de transformación del mundo que los rodea.

Una vida con propósito es parte de lo que le da sentido a tu vida. Más que por tí… por los demás.

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PERTENECER

por Sozan 16/01/2023
escrito por Sozan

"Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado."

Proverbio Africano

He reflexionado en otras ocasiones sobre la importancia que tiene hallar sentido en nuestra vida para poder conectar con un estado de profundo bienestar y felicidad. Podemos estar o sentirnos felices por muchas razones que usualmente están relacionadas con estímulos externos, o dicho de otra manera, con cosas que nos pasan. Pero esta sensación es efímera, y suele durar un tiempo limitado. No podemos estar siempre felices, porque en ocasiones estamos tristes, preocupados o inseguros. El bienestar que surge de hallar sentido en la vida es muy diferente y no depende de factores externos a nosotros.

¿Qué hace que hallemos sentido en la vida? Esta es una pregunta importante, y su respuesta tiene muchas y maravillosas facetas. Y es una pregunta importante porque si no sabemos hacia dónde vamos, nunca sabremos si hemos arribado. Quizá podamos partir por reconocer algunos puntos de referencia en el mapa en el que se encuentra el camino de nuestra vida, ciertos marcadores que nos ayudan a encaminarnos hacia una vida con sentido. Y el primer punto en el que sugiero que te detengas es en el siguiente: El sentido de pertenencia.

La pertenencia es un importante componente de una vida con sentido porque nos conecta con nuestro valor como seres humanos no por lo que traemos, por lo que ofrecemos, sino tan sólo por quienes somos. Sentirse comprendido, visto y aceptado por el simple hecho de ser quien eres, sin las exigencias tan comunes en nuestra época y cultura más enfocadas hacia lo que puedas o no aportar (en el amplio sentido de la palabra) permite que puedas verte no sólo como un individuo aislado, sino interconectado con una o más tribus de las que formas parte. Al pertenecer, nos sentimos parte de algo más grande e importante que nosotros mismos.

Un punto importante a considerar, sin embargo, es que para que la pertenencia sea uno de los pilares de una vida con sentido, debemos encontrar esos grupos que nos aceptan tal y como somos, en lugar de forzar una manera de ser o actuar que no es honesta con nosotros mismos de manera de ser aceptados. Por supuesto que cuando cambias, cuando te transformas, también se modifica quién eres. En esa transformación puede ocurrir que te acerques o sientas pertenencia con otros grupos. Lo importante es comprender que la verdadera pertenencia surge de sentirse aceptado por quien realmente eres.

En el zen existe el concepto de “Los Tres Tesoros”. El tercer tesoro es la “sangha”, que significa “comunidad”. En este caso, la comunidad de practicantes es un espacio de pertenencia donde explorar junto a otros un camino de despertar de la consciencia. Esa conexión que surge de la pertenencia a una comunidad de práctica es un ejemplo de la manera en que el sentido en la vida puede verse apoyado y enriquecido. Cualquier comunidad, ya sea de amigos, familia, un club o de estudio, para nombrar algunas, tiene el mismo potencial de lograrlo.

Encuentra tus propios espacios de pertenencia. Si sientes que no los tienes, haz un esfuerzo activo para hallarlos, recordando que el verdadero sentido de pertenencia se da cuando eres quien eres y no cuando el grupo es quien te define. Una vida con sentido es una vida en la que no estamos solos… y eso tiene mucho sentido.

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EL SENTIDO DE TU VIDA

por Sozan 12/01/2023
escrito por Sozan

"Cada momento de tu vida es infinitamente creativo y el universo es infinitamente abundante."

Mahatma Gandhi (1869-1948) pacifista, político y pensador indio.

En ocasiones anteriores he reflexionado sobre la relación que existe entre estar (o sentirse) feliz y ser feliz, y de la importancia de comprender la diferencia. Estar feliz es una condición efímera que depende de circunstancias del momento, y ser feliz es un estado de profundo bienestar que se mantiene en el tiempo. Podemos ser felices y a su vez estar felices por algo que ocurrió hoy, pero también podemos ser felices y estar tristes o desanimados.

He mantenido muchas conversaciones con respecto a este tema, ya que aunque la diferencia de “ser” y “estar” suele ser fácilmente comprensible desde la lógica, poder llevarlo a la realidad concreta de nuestra vida no pareciera ser tan fácil, ni el camino para lograrlo tan claro.

Quizá una de las premisas más importantes para comprender la diferencia entre estar y ser feliz parte de poder establecer con mayor claridad el origen de cada estado. Si podemos entender qué es lo que nos hace estar felices y por otro lado qué nos lleva a ser felices, es posible dar un importante paso hacia el verdadero y profundo bienestar.

Estar o sentirse feliz es un estado de ánimo que suele surgir en relación a factores externos o internos del momento. Quizá estés feliz al leer estas líneas, o porque recibiste una buena noticia, o porque es fin de semana. Muchas son las razones por las que podemos estar felices. Ser feliz, en cambio, poco tiene que ver con las circunstancias actuales que son impredecibles y temporales, y en su lugar está profundamente relacionado con la búsqueda de sentido en nuestra vida. Cuando logramos encontrarle sentido a lo que hacemos, a quiénes somos y la manera en que vivimos, algo cambia en nosotros de manera radical. El más profundo bienestar y la posibilidad de ser feliz surge y se relaciona directamente con hallarle sentido a nuestra existencia.

Diariamente hacemos muchas cosas buscando estar felices, porque el placer de la felicidad es un deseo profundo del ser humano. Qué hacemos y cómo lo hacemos nos puede dar como resultado el estar felices. Sin embargo, cuando no sólo observamos qué y cómo sino que también podemos comprender por qué lo hacemos, y cuando esta razón se alinea con nuestros valores, entonces podemos ingresar al plano del sentido en la vida. Al plano del ser feliz.

¿Qué le da entonces sentido a tu vida? ¿Por qué eres quién eres? La respuesta a estas preguntas no necesariamente proviene de la interacción con factores externos, sino de una profunda exploración de lo que es más importante para cada uno de nosotros en relación al mundo que nos rodea… y el sentido de la vida se hace manifiesto cuando en esa exploración descubrimos que pertenecemos a algo más grande que nosotros mismos, y que servimos a una causa que va más allá de las ideas limitadas de nuestro propio ego. Un camino que nos lleva al verdadero significado de la maravillosa hazaña de estar vivos.

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YO.

por Sozan 11/01/2023
escrito por Sozan

"Nadie puede escribir su autobiografía por adelantado."

Abraham J. Heschel (1907-1972) Rabino polaco

¿Cuántos adjetivos puedes agregar luego de la palabra “soy”? 

Y según tu propia visión de cómo eres… ¿Cómo eres?

«Conócete a tí mismo» dijo Sócrates en todo el esplendor de su sabiduría. Me pregunto si el filósofo se refería a quién creo que soy, o si se refería a lo que los otros creen que soy. O lo que creo que los otros creen que soy. O todo junto. (recomiendo leer esta oración varias veces).

Y no es necesariamente una cosa u otra. Quién soy puede ser una síntesis entre quien creo que soy, cómo me ven los otros y cómo creo que me ven los otros. Sin embargo, el punto más importante aquí es que “quién soy” no es un concepto fijo, estático y definido por un sólo observador y juez en un único momento en el tiempo, sino una expresión dinámica de una identidad en constante proceso de cambio.

Muchos problemas y gran cantidad de sufrimiento surgen de morar en una idea fija de quiénes somos. Ya sea porque creemos que somos de cierta manera, o porque somos de cierta manera porque asimilamos lo que otros dicen (o esperan) de nosotros, se genera una tensión entre una idea inamovible sobre nuestra identidad y la realidad del cambio y evolución personal. Poder vernos, apreciarnos con flexibilidad y curiosidad nos permite disolver esa dureza de un “yo” fijo, rígido, inamovible. La libertad que se da cuando se deja ir esa imagen estática de nuestra identidad es profunda y palpable.

“Conócete a tí mismo” debería ser entonces un concepto dinámico, en permanente observación y cambio. De no ser así, puede ocurrir como escribió André Gide en “Autumn Leaves”: «Una oruga que sólo busca conocerse a sí misma como oruga nunca se convertirá en mariposa». La oruga, si puede verse como oruga y a la vez no fijar su identidad de oruga, tiene una observación dinámica de su propia identidad y de esa manera crea el espacio para desarrollar hermosas alas y volar de flor en flor. De otra manera, la oruga fijará su imagen de sí misma como oruga y de esa manera será siempre oruga… o se convertirá en mariposa aún creyendo que es oruga.

Ya sea entonces que la imagen rígida que tenemos sobre quienes somos (propia o adoptada) no nos permite cambiar, o que cambiamos de todas formas pero no lo podemos apreciar, en ambos casos se crea una separación, una tensión que suele generar dificultad y sufrimiento.

Una manera de abordar esta situación de rigidez es utilizar palabras que suavicen, flexibilicen el concepto del ser. Prueba decir (y decirte) “quizá soy…”,  “usualmente soy…”,  “creo que soy…” o “en este momento soy…” y observa qué ocurre en tí y en los demás.

Mantente alerta, flexible y con curiosidad sobre quién eres. Una oruga. O una mariposa. O ambas.

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TU REFLEJO

por Sozan 11/01/2023
escrito por Sozan

"Una persona no intenta verse a sí misma en el agua que corre, sino en el agua tranquila."

Confucio (551 - 479 a. C.) pensador y filósofo chino.

Una de las características principales del ser humano es la capacidad de tener consciencia de uno mismo. Podemos conectar con la individualidad de quienes somos, y esto es fuente de grandes logros y en ocasiones de graves problemas. La consciencia de uno mismo nos permite llevar a cabo maravillosos actos de compasión y generosidad, a la vez que en ocasiones le permite al ego expresarse en su total magnitud.

Quienes hayan tenido contacto con mascotas quizá puedan haber observado que éstas no se reconocen frente a un espejo, y cuando lo hacen, no se ven a sí mismas sino a otro animal, a veces gruñendo o intentando jugar con el compañero detrás de ese misterioso vidrio. Sólo el humano ve un humano y en el reflejo del espejo se reconoce a sí mismo.

Pero no siempre ha existido tal cual lo conocemos hoy. El espejo se le acredita al químico alemán Justus von Liebig, en 1835. Previo a esta invención las personas utilizaban metales lustrados, piedras lisas o en el reflejo del agua. Hasta la creación del espejo moderno, estos elementos nos proveían una imagen con algún nivel de distorsión de cómo nos veíamos. Sin embargo, cuanto más lustroso el metal, cuanto más lisa la piedra, cuanto más calma el agua, más clara es la imagen que retorna a nuestra mirada. 

Confucio nos recuerda algo muy simple: una persona no intenta verse a sí misma en el agua que corre, sino en el agua que permanece en calma. Es la calma del agua que nos permite ver una imagen más o menos real de quienes somos, sin las distorsiones que produce el movimiento en su superficie. De la misma manera, es en la calma de nuestra mente y espíritu que podemos ver una imagen verdadera de quiénes somos, el reflejo sin distorsiones de nuestro verdadero ser. Sin calma, como con el agua, no hay más que una mezcla de colores y confusas formas. De no saberlo, nos observamos en el agua turbulenta y nos convencemos de que esa extraña imagen es quien somos en realidad. No es así, y esta confusión nos lleva a oscuros caminos del ego. Actuar, vivir, ser padre, madre, amigo, jefe, empleada, esposa, esposo utilizando como referencia una visión de quienes somos imprecisa y distorsionada es usualmente receta para la equivocación y sufrimiento. Sin embargo, solemos transitar la vida basados en la auto-imagen producto de una mente turbulenta, del agua que corre… y actuamos en consecuencia.

Sólo en el agua tranquila, en la mente en calma, podemos realmente observar nuestro verdadero ser… y así peinar con claridad los delicados cabellos del alma.

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